En pleno siglo veintiuno, se me antoja necesario el reciclaje de una institución tan anquilosada como es la monarquía. Hay que darle una vuelta, encontrale una utilidad. Reconciliemos a los monarcas y a su familia con el pueblo. Y qué mejor uso para una monarquía moderna y renovada que servir de entretenimiento a sus súbditos. The royal bowling, el nuevo juego de bolos, muy pronto en todas las jugueterías.
Saliendo del cuadro. Atravesando barreras. Maltratando la tela que durante tantos años ha servido de soporte. Rasgándola, humillándola, apartando de sí cualquier vestigio, resto de idolatría, narcisismo, complacencia. Escupiéndola, acribillándola, liberando a la idea del marco, el molde y sus fronteras decimonónicas. Ahora, ya, sólo la obra en absoluta libertad creativa.
Este es el testimonio de esas vidas que pasan por nuestro lado, a diario, y ni siquiera nos rozan. Son invisibles, transparentes, inofensivos, mudos. Ocupan nuestro entorno. Llenan los hogares, las fábricas, las calles, los metros, las carreteras, toda la tierra. Podrían estar o no estar y lo mismo daría.

Tras su apariencia ingenua y colorista, viven sufrimientos silenciosos, injusticias, auténticas tragedias. Pero aún se atreven a sonreír y sacarle jugo a esta vida tan perra.

No los mires con desdén, empápate de sus vidas y trátalos con respeto porque tú también podrías ser uno de ellos y no haberte dado cuenta.
Si nadie puede verlo, olerlo, tocarlo o sentirlo, ¿de qué sirve?
Este es el testimonio de esas vidas que pasan por nuestro lado, a diario, y ni siquiera nos rozan. Son invisibles, transparentes, inofensivos, mudos. Ocupan nuestro entorno. Llenan los hogares, las fábricas, las calles, los metros, las carreteras, toda la tierra. Podrían estar o no estar y lo mismo daría.

Tras su apariencia ingenua y colorista, viven sufrimientos silenciosos, injusticias, auténticas tragedias. Pero aún se atreven a sonreír y sacarle jugo a esta vida tan perra.

No los mires con desdén, empápate de sus vidas y trátalos con respeto porque tú también podrías ser uno de ellos y no haberte dado cuenta.
Momentos críticos, situaciones límite, decisiones cruciales. La vida poniéndonos a prueba mientras nos tatúa su pseudónimo de perra.
Según ha ido evolucionando, occidente ha ido enterrando poco a poco la idea de Dios. La ha diseccionado, analizado y descompuesto hasta entenderla innecesaria.

Este proceso debe experimentarlo cada ser humano consigo mismo hasta extraer el último ápice de fe y comprender la existencia de Dios como una creencia arcaica y mitológica.

Este cuadro muestra ese proceso de deconstrucción, centrado en la figura de Cristo (el hijo de Dios para los Cristianos; una imagen tan recurrida por todos los artistas desde los orígenes de la fe católica) y tiene como destino ser destruido y llevado a cenizas para cumplimentar un proceso coherente de extinción de la fe.